Si un telescopio esta en Tierra hay que corregir el movimiento terrestre mientras se observa un objeto del cielo. El telescopio en el avión tiene que corregir el movimiento y las vibraciones de la nave para apuntar siempre al mismo objeto, y esto es muy complicado de lograr.
La atmósfera terrestre absorbe más del 90% de la radiación infrarroja. El avión vuela a 13.000 m de altura, por lo que se encuentra por encima de la capa más densa de la atmósfera y por encima de las nubes. Con esto el telescopio puede observar objetos que no se ven en la Tierra, por ejemplo, estrellas en formación, supernovas y agua en el espacio.
Tiene una autonomía de vuelo de 15 horas, y una de las ventajas es que puede ir a buscar el evento que necesita observar, mientras que un telescopio en Tierra puede observar lo que tiene en el campo de visión. Además Sofia tiene más movilidad que un satélite, como el telescopio espacial.
Otra de las ventajas respecto a los telescopios en satélites es que puede ser reparado o se le pueden reemplazar sus detectores, cosa que no se puede hacer con los satélites desde que se cancelaron los vuelos de los transbordadores.
Sofia empezó con sus pruebas en 2007 y recién en 2010 comenzaron los trabajos científicos. Ha obtenido muchos resultados que ayudan a conocer un poco más el universo. Quizás los más impactantes fueron el descubrimiento de agua en la Luna, la formación de estrellas en el centro de la galaxia y algunas moléculas complejas que en la Tierra no existen naturalmente.
Sin dudas Sofia es un gran logro de la ciencia, especialmente de los ingenieros y astrónomos que desarrollaron la tecnología necesaria para que esto sea posible.
Todavía tenemos mucho que descubrir en el Universo invisible a nuestros ojos.